Es decir que no solo el peronismo tiene interés en dar marcha atrás con la ley, sino que en el radicalismo y el macrismo son varios los que preferirían simplemente dejar hacer y que sea el peronismo el que pague los costos de quitar ese obstáculo del medio.

El gobernador Axel Kicillof está dispuesto a habilitar el debate, pero no quiere hacerlo en solitario, por lo que espera un guiño desde Nación para poder comenzar con las negociaciones con los distintos espacios del Frente de Todos y de Juntos.

El principal problema que tendrá el oficialismo es que el proyecto original, aprobado durante el Gobierno de María Eugenia Vidal, fue presentado por el Frente Renovador, que convirtió al límite a las reelecciones en un caballito de batalla en su propuesta de renovación de la política bonaerense, por lo que no será fácil que Sergio Massa acepte derogar uno de lo que reconoce como principales logros de su espacio.

La salida que algunos buscan es la de forzar en la Legislatura la interpretación que pretendía el macrismo haciendo valer el mandato vigente como primer período, pero para eso es la oposición la que debería retomar el planteo, algo que parece alejado de la realidad.

Tampoco hay bloques alternativos cercanos al Gobierno que tengan motivos para presentar una revisión de la norma vigente, que además en la intención de los intendentes peronistas debe ser derogada, no modificada ni interpretada para lograr sólo una reelección más.

El debate está abierto y el oficialismo buscará consensos para hacer pasar los cambios sin que esto impacte demasiado en el finísimo equilibrio con el que se vive dentro del Frente de Todos.