Editorial
La palabra del pueblo

Knock out electoral, negación e incertidumbre

La dupla explosiva del peronismo actual quedó noqueada por la expresión popular. (Dibujo: NOVA)

Este lunes, los referentes del Frente de Todos desayunan café amargo. Si es que pueden tolerar infusión alguna, tras el knock out de este domingo, que los dejó sin aliento.

La derrota electoral aplastante que Cristina Kirchner palpitó dos horas antes de conocerse los resultados oficiales, que la obligó a twittear para explicar por qué se escondía en lugar de concurrir al búnker -dándole la espalda al espacio que edificó a gusto y piacere- dejó un manto de incertidumbre en un momento clave del Gobierno. Especialmente en lo que hace al escenario presidencial 2023 y la negociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional.

Pero como el zorro pierde el pelo pero no las mañas, el presidente Alberto Fernández se hizo el distraído, ablandó su discurso y convocó a sus fieles a “festejar el triunfo” el próximo miércoles en la Plaza de Mayo, en un intento desesperado de dibujar ante el mundo una realidad opuesta a la que le enrostraron los votantes en las urnas.

Pierden 8,4 puntos en todo el país, pero dicen que ganan. Siguen manteniendo la soberbia de quien escupe palabras como institucionalidad y democracia, pero finalmente no avalan la palabra ni la voluntad del pueblo.

Cabe preguntarse si son, o se hacen. ¿La ajustada derrota en la provincia de Buenos Aires (donde la oposición logró la victoria en siete de las ocho secciones) acaso les hizo creer que la mirada popular negativa no existe? Además de perder ese distrito, se les fueron de las manos otras 14 provincias, incluso las que supieron dominar históricamente, como La Pampa y Santa Cruz. Pero el jefe de Estado destacó las únicas dos que el oficialismo pudo dar vuelta: Chaco y Tierra del Fuego.

Por si fuera poco, el peronismo se quedó sin el control del Senado por primera vez en 38 años, cuya titular es precisamente la vicepresidenta de la Nación. La misma que no admite opiniones opuestas a las propias, incluso dentro del recinto, y ahora no podrá controlar el quórum.

Dados estos resultados, el bloque de senadores peronistas pasará de 41 a 35 miembros, una pérdida de caudal político indiscutible que CFK no tuvo las agallas de enfrentar en público. La reina de la oratoria guardó el micrófono en el cajón de su mesa de luz, se tomó una pastilla y se echó a dormir.

Con La Jefa encolerizada, Alberto optó por comunicar que enviará al Congreso un proyecto de ley para consensuar un programa económico. ¿Y qué teníamos hasta ahora? ¿Quién dirige esta economía que se deteriora cada vez más, entre otros motivos porque el ministro del área fue encomendado exclusivamente a negociar la deuda? ¿Quién es el encargado de mantener una estructura económica de crecimiento, frenar la inflación e impulsar el empleo? Una incógnita que a dos años de Gobierno nacional, nadie pudo descifrar. Y cuando una parte del barco está averiada y no hay nadie asignado a aplicar el conocimiento y las herramientas necesarias, la nave se hunde. Una ecuación simple, que el mandatario nacional no quiere ver.

Un Alberto Fernández debilitado pretende ahora mostrar signos de seguridad y fortaleza, en un país signado por la violencia en las calles, donde todos los días mueren decenas de personas en manos de delincuentes y criminales; donde la mayoría de la población tiene que elegir entre almorzar o cenar; donde los salarios se escapan de los bolsillos en apenas una semana y la educación es el último orejón del tarro; donde los profesionales perciben lo mismo que un beneficiario de planes sociales que mira televisión todo el día; en síntesis, un país donde aún no se puede tener un techo propio y vivir con dignidad.

Ya es hora de que dejen de lado la verborragia inútil, se arremanguen y se pongan a laburar por el bien de TODOS. Esa palabra que tanto les gusta pronunciar.

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