Adicción al sexo: ¿cuál es el límite entre el placer y la dependencia?

Aunque más de una vez en distintos ámbitos de la vida se menciona la adicción al sexo casi de modo jocoso, una característica más de algún miembro de la farándula o prácticamente un anhelo, este comportamiento poco tiene que ver con una cuestión ligada al disfrute.
Se trata de una adicción comportamental (es decir, no asociada a sustancias) que requiere de tratamiento y que, aún si logra controlarse, presenta una marcada tendencia a la recaída.
La conducta de estas personas “se caracteriza por la participación incondicional y compulsiva en actividades eróticas, que operan más para reducir un estado de ansias interno, que para producir placer”, explicó la psicóloga y sexóloga Silvana Savoini (en Instagram, @ssavoini).
“Se presenta con una falla crónica y progresiva en la capacidad de resistir los impulsos a repetir esa conducta sexual, a pesar de las consecuencias adversas para la vida de la persona, siendo comportamientos recurrentes que interfieren en otras esferas de la actividad vital (personal, familiar, académica o laboral)”, agregó la coordinadora de la diplomatura de Estudios Avanzados en Sexología y Neurociencias del Centro de Estudios Interdisciplinario de la Universidad Nacional de Rosario.
Compulsión vs. goce
¿Dónde queda el goce dentro de este comportamiento? Al parecer, bastante lejos. “Estas personas ven las relaciones sexuales como una necesidad y dependencia extrema. A veces no sólo las relaciones, sino también la masturbación. Es una situación súper invasiva y ansiolítica”, afirmó la psicóloga y sexóloga Mariana Kersz (en Instagram, @lic.marianakersz).
El modo de vivir las actividades sexuales (ya sean autoeróticas o en encuentros con otras personas) es diferente, señaló Savoini, ya que en esta compulsión “muchas veces no hay un auténtico disfrute”.
“Lo que los moviliza, como en toda adicción, es la promesa de placer que generan las 'ansias de', más que la vivencia en sí misma. Pero, aún así, pueden tener encuentros o actividades autoeróticas placenteras cuando no las ejecutan compulsivamente”, aclaró.
Dependencia no es placer
¿Cuál es el límite entre la búsqueda del placer sexual y la dependencia? “Una cosa es una cuestión voluntaria, explorar, recorrer, descubrir. La dependencia tiene que ver con la necesidad inmediata, con algo de la pulsión de vida y la pulsión de muerte. La dependencia no es un recorrido hacia el placer, es un 'si no hago esto, entonces no voy a poder funcionar o seguir adelante con mi vida'”, sostuvo Mariana Kersz.
Para Savoini, la clave está en el padecimiento. Mientras que “el placer genera bienestar, la adicción en algún momento provoca malestar, culpa y depresión”.
La especialista detalló que “las ansias previas activan a la persona, esa dopamina que se eleva ante la expectativa de lo que va a ocurrir se siente muy bien, pero luego de ejecutar la acción invade una sensación opresiva, displacentera, pese a la cual la persona no puede dejar de reincidir en la misma conducta”.
Cómo se trata la adicción al sexo
Esta adicción, como otras, presenta un desafío: debido a que la sexualidad es inherente al ser humano, la actividad sexual no puede suspenderse durante el tratamiento. Por eso, aseguró Savoini, se recurre a la terapia cognitivo conductual y a veces requiere un abordaje interdisciplinario.
“Además de las técnicas de control de los impulsos y de las estrategias psicológicas para tolerar el malestar y aprender a introducir una toma de decisión ante este tipo de situaciones, desde la terapia sexual se orienta a la persona para que intente tener consciencia plena en sus encuentros, a través de lo que llamamos una focalización sensorial, para que progresivamente recupere la dimensión placentera y relajada del erotismo”, finalizó.