Cada vez más consumidores buscan marcas de moda que trabajen por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que requiere responsabilidad y compromiso.
La tendencia sostenible está promovida por la conciencia sobre el impacto ambiental de las actividades industriales, como el “fast fashion”, que produce anualmente entre 4 000 y 5000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO₂), que representa entre el 8 % y 10 % de las emisiones globales de este gas.
Según Cassandra Granados, reseñista de Monederosmart, la moda sostenible es una actividad económica que manufactura con materiales y procedimientos más ecológicos que los tradicionales. Los tejidos se obtienen de cultivos responsables durante el ciclo de vida de los mismos, como la fibra de Kapoc, el bambú, el lino y el algodón. En Europa, específicamente en España, ya hay 130 marcas asociadas que trabajan con estos principios sostenibles.
En América Latina, Argentina también se suma a la fabricación y consumo de moda sustentable. Este cambio se ve sobre todo en nuevas firmas que operan bajo la economía circular y el “slow fashion”, que fomenta el cuidado de los procesos de producción y asegura la calidad de cada producto para que sean perdurables y sostenibles a lo largo del tiempo.
Un caso por mencionar es la firma de indumentaria Echaniz, fundada por Laura Echaniz en 2015. La compañía argentina decidió iniciar su propio emprendimiento cuando heredó muestras y telas pintadas a mano por artesanas de una fábrica textil que había cerrado en Buenos Aires.
Con esas telas procedentes de las décadas de los 70 y 80 comenzó a diseñar prendas que actualmente se comercializan en Argentina, Uruguay y Estados Unidos. Los productos son entregados en un packaging sostenible que consiste en una bolsa confeccionada con tela de desperdicio fabril. La indumentaria es fabricada en el estudio que la diseñadora tiene en Villa Ortúzar.
Otro caso la marca de calzado Xinca, fundada en 2013, que crea diferentes modelos de zapatillas, botas y ojotas a partir de materiales reciclados. Las suelas están fabricadas con neumáticos y las capelladas con residuos textiles de la industria de la moda.
El objetivo de la compañía es crear un calzado con una menor huella ecológica. Por ello, no utilizan cuero animal y reciclan miles de kilogramos de basura para darles una nueva función.
Además, la compañía fomenta el trabajo en las cárceles, ya que sus productos son fabricados por más de 80 internos de la Prisión San Felipe en Mendoza, Argentina. En una entrevista, Alejandro Malgor, uno de los tres fundadores de Xinca, mencionó la importancia de darles herramientas para que cuando salgan de prisión tomen mejores decisiones.