Editorial
Pre elecciones

Medidas proselitistas disfrazadas de gestión, ante la desesperación

El presidente Alberto Fernández intenta revertir los resultados de las PASO con poca inteligencia. (Dibujo: NOVA)

El Gobierno nacional está tomando medidas en clave electoral, como lo dicen abiertamente sin tapujos desde el ámbito de la Casa Rosada e incluso de la Provincia, con el fin de revertir el duro golpe que fueron las PASO en septiembre pasado.

En este marco, las urnas dieron un mensaje que fue principalmente un cachetazo social y económico. El famoso as bajo la manga de “ponerle guita en los bolsillos”, llegó incluso hasta la Justicia la última semana, donde María Servini de Cubría intentó ponerle un freno a Alberto Fernández y su ministro de Cultura, Tristán Bauer.

Recordemos, la magistrada federal prohibió cautelarmente hasta después de las elecciones generales del 14 de noviembre, el programa “Más Cultura” del Ministerio de Bauer que buscaba inyectar 5 mil pesos a los jóvenes beneficiarios de planes sociales para el consumo de bienes culturales y artísticos.

Servini de Cubría consideró que era una medida electoralista que viola el artículo 64 del Código Nacional Electoral que impide 25 días antes de una elección, el anuncio de planes gubernamentales que busquen la captación de votos.

El programa en sí mismo era “un acto de proselitismo político inadmisible por las mismas normas del Código Electoral, ya que la libertad para emitir el voto debe ser el bien jurídico protegido”, argumentó la Justicia.

El ministro de Cultura sostuvo que “lo que hizo la jueza Servini es insólito" y adelantó que van "a apelar este fallo porque no se rompió ninguna veda. De hecho, solo se abrió la inscripción y se anotaron más de 300.000 jóvenes…".

"En este momento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hay un bono cultura que se parece al nuestro y no vamos a meter una cautelar porque sea de (Horacio Rodríguez) Larreta", criticó Bauer.

Pero esta tendencia electoralista en las medidas de Gobierno va un poco más allá. Ante la necesidad de una inyección real de dinero y la situación de emergencia social, con una pobreza galopante, el Gobierno lo aprovechó para hacer política proselitista al mismo tiempo.

Es que la gran pelea con el sector industrial alimenticio y los supermercados por el control de precios tuvo sus matices. En primer lugar, se decidió mediante la Resolución 1050/2021, el congelamiento de precios hasta el 7 de enero, una medida que en principio podría ayudar a emparchar un problema real que se llama “inflación”.

Pero las críticas fueron en aumento al ver en detalle los productos totalmente innecesarios dentro de los 1.432 que fueron congelados, de la mano del nuevo secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti.

Es que, como dijo el flamante funcionario, “la política alimentaria no es solamente fideo y arroz”, lo cual es totalmente cierto, hay muchísimos otros productos de consumo: “¿Acaso los trabajadores no tienen derecho a celebrar las fiestas tomando un vino?”, agregó Feletti. Pero la crítica pasa, por ejemplo, por cremas antiarrugas y productos semejantes, que solo pueden ser una preocupación de la clase media-alta y no una política de emergencia social real que, en el fondo, esconde una tendencia electoralista.

Además, por otra parte, pasa la verdadera discusión que tiene que ver con ponerle un freno a la inflación en ascenso que, todo parece indicar, marcará niveles similares a los años de Mauricio Macri, pero el Gobierno se empecina con parchar sobre lo parchado con decisiones de corto plazo y sin soluciones de fondo.

En suma a todo este panorama, el dólar paralelo o comúnmente denominado “blue” vuelve a estar en la agenda económica porque se acerca al récord de los 195 pesos, mientras que el oficial, incluyendo impuestos y retenciones, cotiza alrededor de los 175 pesos.

Por último, sumando a este combo explosivo, el último viernes, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, terminó de cerrar un acuerdo con el Banco Mundial por los préstamos de 2.000 millones de dólares al país, algo que fue fustigado durante la presidencia de Macri.

Para darle un marco de adornamiento, el propio Alberto Fernández salió a hablar sobre el tema y dijo: “Qué lindo es que nos presten plata y la usemos, no para que se fugue”. Sin embargo, esta deuda millonaria en moneda extranjera (todo lo que era palabra prohibida hasta hace poco) será para el desarrollo de inteligencia artificial, tecnología y conectividad. Nuevamente, un Presidente totalmente alejado de la realidad.

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