
Por Ariel Avilez*, especial para NOVA
"Sólo la muerte dice si un hombre ha ocupado un lugar en la vida. Sólo el agujero marca el lugar que ocupara la roca".
Palabras que el guionista Robin Wood puso alguna vez en boca de la más popular de sus creaciones, Nippur de Lagash. Palabras que actualmente, tras su fallecimiento, no pueden leerse sin un nudo en la garganta.
Lo cierto es que este domingo, día 17 de octubre, María Graciela Sténico-Wood, la viuda del genial escritor, confirmó en sus redes sociales desde Asunción un rumor que venía acrecentándose: "Acaba de fallecer mi esposo Robin Wood, víctima de una penosa enfermedad".
Robin nació el 24 de enero de 1944, en Colonia Cosme, Caazapá, República del Paraguay. Protagonista de una infancia particularmente dura, desde muy pequeño trabajó como mozo de cantina, albañil y obrajero en el Alto Paraná. A su formación escolar insuficiente (sexto grado de la escuela primaria), la suplió con una envidiable voracidad lectora que lo acompañó a lo largo de casi toda su vida.
Ya en Buenos Aires y con poco más de veinte años, se inscribió en la Escuela Panamericana de Arte con la intención de convertirse en dibujante de historietas; no tardó en descubrir que el dibujo no era lo suyo, pero lejos de ser tiempo perdido, la experiencia le dejó un amigo, "Lucho" Olivera, el descomunal historietista correntino que descubrió en Wood un prometedor guionista.
Hacia 1966, tres historietas hechas en equipo (una de ellas el primer episodio de Nippur), fueron suficientes para que Robin fuese admitido en Editorial Columba y para que, apenas unos años después, se convirtiera en la estrella más importante de la casa.
Fue el final de los años de privaciones y precariedad laboral; dedicado full time a la creación de historietas, y de la mano de los dibujantes más importantes de la época, produjo clásicos del calibre de Dennis Martin, Jackaroe y Mi Novia y Yo.
Tras esto, viajes por el mundo, aventuras reales fuera de las viñetas, pero también la incesante producción de guiones para D’artagnan, El Tony, Intervalo y Fantasía: Pepe Sánchez, Mark, Savarese, Wolf, Aquí la Legión, Los Amigos, Or-Grund... Sus obras fueron publicadas en varios idiomas y su talento fue reconocido por público (de manera inmediata) y crítica (tardó un poquito más, todo hay que decirlo); pero su consagración internacional definitiva se dio a mediados de los 80 con Dago, cocreado con el dibujante Alberto Salinas, y que aún actualmente se publica en Italia, merced al sobresaliente laburo de gran número de historietistas que mantienen viva la llama del aventurero veneciano.
Caracteriza su vasta obra un amplísimo abanico de géneros, una naturalidad innata para desarrollar sus historias en las más diversas épocas y regiones del globo, y por sobre todo, la profunda humanidad de sus personajes, los diálogos chispeantes o conmovedores (según corresponda), y un soberbio manejo de los grandes temas de la literatura universal llevados al ámbito de la auténtica historieta popular.
Abandonó el oficio a fines de 2016 debido a una enfermedad neurológica irreversible. Desde entonces y por intermedio de su esposa Graciela, no perdió el contacto con sus lectores, con quienes siempre se mostró amable y agradecido en encuentros comiqueros y convenciones.
"Sólo la muerte dice si un hombre ha ocupado un lugar en la vida. Sólo el agujero marca el lugar que ocupara la roca", citábamos al principio... y basta con echar un vistazo rápido para notar el tremendo hueco que ha quedado ahí donde Robin estaba.
*Redactor especializado en historietas