Martín Vestiga y la costumbre de Alberto de llevar al gobierno cuestiones de polleras
Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión.
De tanto en tanto, y más en tiempos electorales, cuando la cabeza necesita descansar de tanta data, me doy una vuelta por las callecitas de La Plata; dejo el celular en un cajón –apagado, sino no sirve-, me calzo zapatillas deportivas, el primer jogging que encuentro a mano y nada se compara con la tranquilidad que te contagia ese intenso aroma a tilo…, primaveral… caminando entre adoquines sin nada en que pensar, hasta que doblás en cualquier esquina y te encontrás el indeseable Tito Rosca, que volvió a aparecer y me cagó otra vez la caminata.
-¡Martín, Martin, Martín!-, me grita, y yo puteo con los labios cerrados pero lo tengo tan cerca que no puedo evitarlo.
-Hola Tito-, le digo, seco, como lengua de loro.
-Ya sé que no me querés ni cruzar palabra, pero hagámoslo en formato de monólogo si querés.
-…
-Bueno, empiezo…- me dice, automatizado-. El otro día me crucé a un amigo y me sugirió que piense en esa costumbre que tienen los hombres de poder en colocar mujeres con las que coquetearon –por decirlo decorosamente- en sitios estratégicos de gestión….
-….
-Bueno, veo que te interesa, sigo: y obviamente el primero es nuestro presidente, Albertito Fernández. ¿Te pusiste a pensar porqué su última flamante incorporación al gabinete es Gabriela Cerruti, que hasta renunció a su banca de diputada?
-No –le dije, seco, como bolsillo de pobre.
-…el hombre, que no termina de salir de un quilombo y se mete en otro, debe pensar que porque alguna vez estuvieron con él, le van a responder. Te cuento como es el caso de Cerruti, que en la década del 90 tuvo una “amistad con derecho a goce” con la comunicadora social y ahora ex diputada…
-Contame, Tito…
-Se dice que cuando Gabriela era jovencita y recién hacía sus primeras armas como periodista, habría tenido un affaire prolongado con el excelentísimo ex presidente Raúl Ricardo, “el padre de la democracia”, quien estaba separado de la mujer que le dio sus hijos pero hacía un acting de pareja estable para conservar las formas. Ya que hablamos de Alfonso, que era un campechano, también habría tenido alguna amistad con derecho a sábanas con la ex titular del INADI, María José Lubertino, que por entonces también era joven…
-Tito, te fuiste por las ramas, seguí con lo de Alberto que no tengo tiempo…
-Bueno Tincho, te quería poner en contexto: la cuestión es que así como el finao Franco Macri les daba a sus ex una pensión vitalicia en dólares y las ubicaba a la sombre de sus múltiples empresas, el actual presidente banca a sus “ex” pero con onerosos cargos cuyos sueldos son pagados con los impuestos de los argentinos. Por todo esto que te conté ambos sugirieron al momento de la designación que habían sido algo así como “buenos amigos”
-Claro, claro, Tito –atino a contestarle, para no dejarlo tan desairado.
-Y para terminar, así te dejo tranquilo con tu caminata, te agrego que la aventura del presi con su nueva vocera, sólo se veía interrumpida cuando alguno de los dos tenía una relación más formal o seria. Habría sido el caso con Vilma Ibarra, la secretaria de Legal y Técnica, que según se cuenta, no ve con buenos ojos a Cerruti y viveversa.
-Gracias Tito, ahora sí, te dejo.
-De nada cumpa y no te olvides nunca que
…Somos los piratas, amigo de la noche, los gatos y las trampas.