Por Osvaldo Dameno, especial para NOVA
Últimamente en los actos oficiales el presidente se ha referido en numerosas oportunidades a la igualdad y a las desigualdades que él observa entre las distintas regiones del país,en las provincias y municipios. Luego en una ampliación espontánea, hace extensivo el análisis a las personas físicas, que no acceden a la igualdad para su desarrollo. Seguidamente considera este simple análisis para descalificar lo que ha dado en llamarse meritocracia. Aparentemente toma decisiones motivado por la idea de igualar. Hablar simplemente de la igualdad tiene ciertos riesgos. A la hora de justificar valorativamente normas derechos o acciones, debemos evitar el uso del término igualdad, o si lo seguimos usando ser conscientes de que no designa un valor distinto del de la justicia o el de la libertad.
De este modo las propuestas políticas igualitaristas, como la que expresan los derechos sociales, resultará mejor articuladas y más adecuadas. La igualdad valiosa es la que es justa y sólo algunas igualdades lo son. Luego, es la justicia la que es valiosa y no la igualdad como tal, que puede ser buena, mala o irrelevante. Tampoco los derechos sociales presuponen un dilema entre la libertad y la igualdad que resuelvan a favor de la segunda, sino que presuponen un dilema entre la mucha libertad de unos y la poca libertad de otros, que resuelven distribuyéndola entre todos. El presidente suele sumar a la cuestión su idea contraria a la meritocracia, que en sí misma no es disvaliosa, partiendo de la base de que, si las personas no salen todas del mismo lugar y con las mismas condiciones, no se puede hablar de meritocracia. En realidad la meritocracia responde al talento, educación, competencia, aptitud y esfuerzo. Todo ello hace al hombre digno de premio o castigo. La igualdad de oportunidades es una idea de Justicia social. El futuro debería ser determinado por el mérito y no por la cuna. Esa es una responsabilidad mayormente del gobierno.
La igualdad social se consigue con una redistribución del poder, sobre la base del sufragio; con una redistribución del conocimiento, sobre la base de la educación obligatoria y sobre una redistribución de ingresos, sobre la base del seguro social, la protección del trabajo etcétera. Desde el punto de vista del derecho, la teoría egológica del profesor Carlos Cossio ubica a la justicia en el centro y radialmente a la seguridad, al orden, a la paz, al poder, a la solidaridad y a la cooperación. La paz y el poder son valores de existencia. La cooperación y la solidaridad son valores de coexistencia y la seguridad y el orden son valores del mundo. Como vemos la igualdad puede jugar en cualquiera de estos rubros en tanto y en cuanto se la referencie con alguno de los valores mencionados. La justicia ubicada en el centro de la escena tiene una razón de su existencia, es la libertad. Tiene una razón de su esencia, que es la creación, que se encuentra siempre en movimiento, es dinámica, por ello la libertad no es inmóvil. También la justicia es espejo de la verdad mediante la razón, que puede señalar lo igual con fuerza y con validez. Lo que hace que la justicia sea un perpetuo movimiento de creación de igualaciones de libertad. Nuestro himno nacional en el siglo 19 dice "ved en trono a la noble igualdad" es decir, le da un calificativo a la igualdad, para que sea digna de ser tenida en cuenta: la nobleza. La igualdad tiene que ser noble, que es en última instancia que la igualdad debe ser justa.
Es evidente que el presidente tiene que profundizar sus conceptos acerca de la igualdad y también acerca de los méritos. La consideración de los méritos no debe ser tomada peyorativamente en ninguna circunstancia. La mención a la igualdad debe relacionarse siempre con algún valor superior que le dé sentido y que le amplifique la posibilidad de ser considerada positiva. Esa sería la función primordial del gobierno. Ir consiguiendo cada vez más condiciones que vayan igualando las posibilidades de los ciudadanos. Como esto es ideal, no se puede hacer, entonces hay que lograrlo en la realidad, paso a paso, es decir, tal vez comenzando por la educación, posibilitando el acceso a la misma, apoyando a los que tienen alguna dificultad económica o social para llegar a ese escalón valorativo. Teniendo un control sobre la evolución de esos chicos.
El ordenamiento jurídico se ocupa también de la igualdad ante la ley, la igualdad sexual, económica, salarial etcétera. Es un continuo proceso de creación del gobierno y de la sociedad. No puede enmarcarse en conceptos rígidos, como decir simplemente me siento mal porque tal distrito es desigual. Sobre todo cuando ese distrito ha alcanzado cierto nivel superior a otros. Tampoco es aceptable considerar la igualación para el descenso, o sea bajar el nivel del que está mejor, sea una persona, una provincia o un municipio, para llevarlo al nivel del que está peor. Eso sería un desgobierno. Cuando las críticas políticas dicen que no hay un plan que no sea seguir en el poder, apropiarse de las cajas, lograr la impunidad y atacar a los que se oponen, argumentar en un discurso oficial con este nivel elemental, hablando de igualdad y meritocracia en una simplificación tan grande, hace pensar en los versos del padre Leonardo Castellani, un jesuita fallecido en los 80, que supo graficar su desconfianza escribiendo "Igualdad!, oigo gritar al jorobado Torroba y se me ocurre pensar: ¿quiere verse sin joroba? ¿o nos quiere jorobar?". También lateralmente surge una reminiscencia cinematográfica con la saga The Matrix en la cual existe un plano sensorial, que es el que vemos, tocamos, oímos y consideramos real, pero cuando corremos el decorado, encontramos un plano oculto donde los seres humanos están atrapados y ponen, sin darse cuenta, lo mejor de sí para alimentar a máquinas siniestras de poder, enemigas feroces de los que se dieron cuenta y están en su contra. Fantasía, realidad, objetivos apenas disimulados, simplificaciones argumentales, puestas en escena increíbles. Todo con un ritmo vertiginoso que hará temblar al espectador como si fuera un participante. ¿O lo es?.