Murió el hombre de 80 años cuya hija denunció demoras burocráticas para la aplicación del plasma

A las 8 de la mañana del miércoles 12 de agosto, Adriana Cartasegna recibió un llamado de la clínica donde le informaron que su padre Juan Carlos Cartasegna de 80 años, internado por coronavirus, había sufrido un paro cardíaco y que lo habían reanimado con RCP y con drogas, “pero que estaba muy mal. Me hablaron de fallas multiorgánicas”, indicó a NOVA.
El teléfono volvió a sonar a las 10:30: le comunicaron que su progenitor había hecho un segundo paro y que, esta vez, no habían podido reanimarlo. La noticia la llenó de un vacío. Al instante preguntó si, aunque sea podría verlo de lejos, pero le dijeron que no, “porque a los que mueren por Covid directamente los meten en una bolsa doble”.
Como si se tratara de una ironía, el mismo miércoles los médicos completaron las planillas e hicieron el pedido formal para el implante del plasma para su padre. “Me dijeron que era un tema muy burocrático, porque las planillas salían para el sector de hemoterapia del Ministerio de Salud de Provincia en Mar del Plata y si lo aprobaban iba a La Plata, donde debía ser autorizada por un equipo médico”, precisó Adriana.
Si el trámite avanzaba, aún debía ser derivado al centro de aplicación más cercano que, en el caso de Cartasegna, era el hospital de El Cruce en Florencio Varela, recién ahí se autorizaba y se mandaba el equipo de plasma para que se lo apliquen. “Pero el desenlace trágico sucedió antes de que se pudiera autorizar la intervención”, se descargó la hija.
empezó cuando le informaron que su padre de 80 años se contagió de coronavirus. El hombre estaba internado en el geriátrico del Instituto del Sol de Remedios de Escalada que también atiende por Programa de Atención Médica Integral (PAMI) y para que se recupere pronto y pueda salvarse su hija pide que le implanten el plasma.
Para Adriana, todo inició el domingo 26 de julio cuando, súbitamente, su papá alzó 38 grados de fiebre y el jueves 30 fue trasladado como caso sospechoso al sanatorio de la UOM en Avellaneda. Una vez ahí los médicos no lo atendieron y justificaron la decisión con ‘rechazo conformado’ porque no tenían camas.
Así que el longevo tuvo que permanecer arriba de la ambulancia por un tiempo largo. “No supe dónde estaba” y cuando pudo dar con su paradero, se dio cuenta que su padre “estuvo más de 10 horas arriba de la ambulancia” y, finalmente, lo internaron en la Clínica Passo de Temperley, en el partido bonaerense de Lomas de Zamora.
El sábado, el pronóstico era estable, el domingo empeoró todo y “empezó el calvario” para la hija. En el geriátrico le dijeron que consultará por el tema del plasma. “Entonces empecé a averiguar por todos lados y los médicos de la clínica le dijeron que sí se le podía aplicar y ella se esperanzó con el plasma para que su padre siga viviendo.
El hombre tenía muy afectado el corazón, le daban tres antibióticos diarios y se mantenía conectado a un respirador. Adriana indicó que “mi papá no era un número” porque “por más edad que tenga una persona, también tiene derecho a la vida” y llamó a la reflexión sobre la aplicación del plasma para que “sea un derecho para todos”.
Tras la muerte de su padre, Adriana decidió despedirlo con una carta que fue publicada en su red social Facebook, donde escribe: “El 26 de julio comenzaste a pelear tu batalla final. Trataste de aferrarte a la vida con todo tu ser, presentaste pelea ante un enemigo invisible: Covid-19, con armas letales desconocidas, venido de quién sabe cuál averno”.