
Por Ariel Avilez (*), especial para NOVA
El mundo de la historieta no es ajeno a la situación actual y lógicamente padece las consecuencias de la pandemia que, a nivel nacional, redundó en una cuarentena vigente desde el viernes 20 de marzo hasta la fecha. Por esto, editoriales, imprentas y negocios de venta de historietas (comiquerías), se vieron en la obligación de suspender sus actividades normales. Con el paso de las semanas, con idas y vueltas según la región, la situación se fue flexibilizando.
Nos pareció entonces un buen momento para recoger el testimonio de dos dueños de comiquerías emblemáticas de la Ciudad de Buenos Aires y La Plata: Marcelo Pulido, de la porteña “Fábrica de Historietas”, y Agustín Castañeda, del platense “Espacio CRUMB”, para que nos cuenten de qué modo fueron afectados sus negocios y de qué forma se las arreglan para sobrevivir a la crisis...
— Cuéntennos dónde están situadas sus comiquerías y desde cuándo están en funciones. En líneas generales, ¿cuál es el material que allí se consigue o en el que se especializan?
(Marcelo Pulido) — La "Fábrica de Historietas" está ubicada en Ayacucho 19, a una cuadra del Congreso, Ciudad de Buenos Aires. Vendemos libros, y nos centramos muy especialmente en los de historietas argentinas. Inauguramos en noviembre de 2017.
(Agustín Castañeda) — El “Espacio CRUMB” está situado en Diagonal 77, número 313, entre 4 y 46, en la ciudad de La Plata. Hace siete años y medio que estamos. Manejamos todo tipo de historieta nacional, cómics de superhéroes, mangas (historieta japonesa), material usado, juguetes vintage y un poco de merchandising.
— ¿Cómo venían a nivel ventas sus comiquerías en los meses pre cuarentena?
(MP) — Nuestro caso es difícil de evaluar porque estamos muy especializados y porque abrimos hace relativamente poco, hace dos años. Y sucede que el primer año y parte del primero, si querés, es parte de la construcción de un público que te frecuenta; entonces vos no tenés una referencia de cómo te está yendo. Si tenés un negocio de diez años vos sabés: este mes me fue mal, este año me fue bien, este año me fue flojo, este año me fue mejor y así; en cambio, lo nuestro fue una lenta construcción y un lento crecimiento en una etapa difícil del país, que fue la de Macri. Entonces, si tenemos que ver los meses previos, teniendo en cuenta lo anterior, se puede decir que a fin de año más o menos habíamos empezado a conformar una clientela a pesar de la crisis del sector y del país. Y se notó un verano -enero y febrero- donde había aflojado bastante a nivel ventas... Pero es difícil ponerlo en perspectiva. Finalmente nos agarró la pandemia, con lo cual este año, que era en el que teníamos que terminar de establecernos, no pudimos hacerlo.
(AC) — Justo a principios de marzo, gracias a una promoción del Banco Provincia, tuvimos un medio mes increíble con muy buenas ventas y altas expectativas. Veníamos de cuatro años durísimos, de desgaste total del mercado por parte de las políticas.
— ¿De qué modo organizaron la economía de sus negocios en la etapa de cuarentena más estricta?
(MP) — No se pudo hacer mucho mientras estuvimos cerrados, o sea, sin posibilidad de vender y con los gastos corriendo, endeudándonos. Lo que en un momento se hizo con una red de librerías afines fue establecer un bono -Agustín de "Crumb" también participó- con el cual la gente podía comprarnos a futuro; gente que por ahí se había quedado con ganas de comprarse un librito y la agarró la cuarentena, y sobre todo clientes habituales que empiezan a desarrollar un aprecio con una librería que frecuentan y donde encuentran las cosas que les gustan, y que decidieron comprar un bono a futuro en el cual se les hacía un descuento para que pudieran usar cuando se pudiera volver a circular. Algunas pdersonas respondieron con eso y sirvió para empezar a juntar algo para ir cubriendo gastos.
(AC) — La realidad es que cerramos y vimos cómo iba a seguir todo. Por suerte las personas que nos alquilan el local nos dieron una mano y no nos vienen cobrando. Largamos junto a varias librerías del estilo a la nuestra la promoción del Vale Futuro, que consistía en comprar un bono de 500 pesos que, cuando se levantara la cuarentena, pasaría a valer 550 pesos; tuvo muy buena repercusión y con eso pudimos zafar algunos gastos.
— ¿Cómo pilotean la situación actualmente? ¿Qué tanto se ha normalizado?
(MP) — La cosa empieza a mejorar un poco cuando se nos habilita a trabajar virtualmente y con la modalidad de entregas a domicilio, es decir, sin abrir la librería. Con lo cual hay que reacomodar todo, ya que no es algo a lo que uno esté habituado: el trabajo y la atención virtual; y por otro lado tiene otra dinámica, sobre todo en un sector como este en el que no es lo mismo vender una novela -donde con una reseña o una recomendación alcanza- que vender una historieta, y mucho menos si uno está especializado y en un rubro que por lo menos el gran público no conoce tanto. En este caso, el contacto personal, la recomendación personalizada, facilita mucho la venta, sobre todo el tener contacto con el libro, el poder hojearlo, el poder apreciar el dibujo... La gente viene a una librería como esta y agarra muchos libros, pasa las páginas, pregunta, y recién se decide por cuál llevar; todo eso virtualmente se hace mucho más difícil, más engorroso, y lleva mucho más tiempo. Y si bien se han podido hacer ventas, uno nunca sabe bien dónde está parado porque todo es un poco incierto.
Las primeras dos semanas te diría que hubo un nivel aceptable de ventas, un poco emparejando a lo que se podía ir haciendo, pero tiene que ver con ese primer impulso, con la gente que estuvo días y días encerrada, sin la posibilidad de poder acceder a nada, y de pronto se le da la oportunidad de poder comprarse un libro; están los que se habían quedado con las ganas de comprarse uno y los agarró la cuarentena, o los que están cansados de ver televisión y series y quieren otra cosa. Y están por suerte también los clientes que un poco por darse el gusto de comprar un libro y un poco por bancar y apoyar una librería que aprecian, hacen una compra. Ese impulso del que te hablé, naturalmente irá decayendo.
(AC) — Desde hace un par de semanas estamos con venta online y con delivery local. Montamos la página de venta en tiempo récord y ya está funcionando, las primeras semanas con sólo el stock que teníamos, ahora por suerte con algunas novedades. No se normalizó por completo, las ventas son inferiores a otras épocas, pero por lo menos estamos activos.
— ¿Qué avizoran para sus comiquerías en el futuro más o menos cercano a partir de cómo se están dando las cosas?
(MP) — El futuro es incierto, muy incierto y por varios motivos. Primero porque no sabemos en el contexto general qué va a pasar con la economía, con el bolsillo de la gente, del cliente. No sabemos si va a haber inflación, más de la que siempre hubo en estos tiempos. Hay gente que perdió el trabajo, hay gente que tiene recortados los ingresos, hay gente que va a tener menos ingresos... y no sabemos cuánto va a demorar en recomponerse todo. Y eso, obviamente, nos va a afectar a todos. Puntualmente en lo que se refiere a nosotros, a una librería especializada -si una comiquería es una especialización dentro de lo que sería el libro, una librería especializada en historieta argentina es súper especializada-, lo que más vamos a sentir es la falta de novedades; una librería especializada necesita el influjo de la novedad para atraer clientes lectores. Y este panorama incierto de la economía, no va a afectar sólo a las librerías, sino también a las editoriales, que van a tener un ritmo mucho más lento de producción de novedades; es decir, todos los planes editoriales que había para este año se van a aplazar y se van a ralentizar, van a salir menos novedades, y eso va a repercutir en la afluencia de público a nuestra librería.
(AC) — Por ahora es incierto. Si algo aprendimos, es que dependemos de los números de contagios y muertes en el país, día a día y semana a semana. Igualmente creo que seremos de los primeros rubros en volver a abrir ya que no son lugares a los que concurren grandes cantidades de personas al mismo tiempo; por otro lado, al ver que bares, cines, teatros, recitales, etcétera, se verán muchísimo más demorados, creemos que la gente buscara refugio en los libros y en lo audiovisual.
(*) Redactor especializado en cómics.