Según los expertos la característica más definida del sexo en las escrituras chinas es el placer orgásmico por sí mismo, sin ningún tipo de relación con la reproducción. Estaban tan influenciados por las sutilezas de las emociones del placer que la literatura casi no menciona el tema de la concepción.
En el famoso “Libro de las mutaciones”, que data del siglo XII a.C., hay una descripción que hace referencia al fuego y al agua para marcar la diferencia entre el orgasmo masculino y femenino (ya habían sido utilizadas por griegos y romanos): “el fuego enciende los sentimientos, pero estos se extinguen fácilmente con el agua. El agua demora más tiempo en calentarse cuando se la acerca al fuego, pero se enfría con lentitud”. Los chinos fueron de la idea de que las mujeres gozaban más que los hombres.
Esque Mulan liberó a china e hizo dudar de su sexualidad a un general de alto rango. No me compares. https://t.co/sFk8Hgz0rC
— a kitchen sink💡 (@joderluztia) May 8, 2020
Para los seguidores del Tao, el Yan o energía masculina radicaba en el semen, es un elemento limitado y precioso. Por su parte, el Yin, la energía femenina, se la creía ilimitada y capaz de alimentar al yan masculino. Era muy recomendable que el hombre pudiera mantenerse dentro de la mujer por un tiempo prolongado, tenía más posibilidades de aprovechar al máximo y absorber el yin.
Gracias a esta creencia a lo largo del tiempo se le ha permitido a la mujer llegar al orgasmo. Tanto que Confucio opinaba que las esposas y las amantes tenían derechos sexuales y que el deber del hombre era satisfacerlas indiscriminadamente.