Editorial
Puntos de vista

Del ridículo no se vuelve

Alberto chupándole el culo a Moyano. Lamentable. (Dibujo: NOVA)

Los últimos días del gobierno estuvieron plagados de errores, sobre todo en lo que respecta al cobro de los haberes de los jubilados, quienes fueron expuestos durante horas ante el frío y con el contacto que debían evitar. Una decisión equivocada dejó de manifiesto la falta de eficiencia para poder organizar un operativo serio y seguro.

Pero más allá del papelón que se vio en los bancos, hubo un detalle que no debe pasar desapercibido y son los elogios del presidente al sindicalista de Camioneros. Alberto Fernández calificó a Hugo Moyano como un "dirigente ejemplar", pero parece haberse olvidado algunos episodios del pasado, no solamente por peleas anteriores, sino también por maniobras poco claras.

Las palabras de Alberto llegaron en medio de una recorrida por el Sanatorio Antártida que el gremio puso a disposición por la pandemia. Allí, el primer mandatario criticó a los empresarios que despidieron personal, los catalogó de “miserables” y remarcó que deberían "imitar" al líder camionero por ser un "dirigente gremial ejemplar".

“Los empresarios no lo quieren porque cuida a los suyos; nunca cedan, sean como él", redobló la apuesta el presidente sobre sus elogios exagerados. Sus palabras generaron gran indignación en la oposición, que salió con los tapones de punta y acusaron a Fernández de darle vía a la impunidad, teniendo en cuenta que la obra social de los camioneros está quebrada y que el sanatorio puesto a disposición tiene una historia oscura.

Tal como denunciaron algunos dirigentes de Juntos por el Cambio, ese centro de salud “se compró en un remate y se gastaron miles de millones de pesos que eran facturados a la empresa de la esposa de Moyano, todo en una extraña maniobra para financiar” la mutual del gremio. La mujer del sindicalista es Liliana Zulet y habría recibido cuantiosas ganancias con los que ha comprado casas, autos y otros bienes, según la denuncia en redes sociales de Graciela Ocaña.

Al parecer, al presidente le falla la memoria y no recuerda las denuncias que tiene el gremialista por casos de corrupción, entre las cuales se lo acusa de crear una red de desvíos de fondos de los impuestos que pagan los afiliados de Camioneros para las empresas de su familia, mismo mecanismo, en el cual absorbería dinero de los socios del Club Atlético Independiente.

Pero más allá de lo que pueda significar una especie de agradecimiento hacia el camionero por poner a disposición las instalaciones para tratar pacientes con Coronavirus, las palabras tienen otro objetivo. La idea de Fernández es meterse de lleno en la pelea por la conducción de la CGT, y de esta manera le hizo un guiño para que, en la disputa sindical, sea el propio Moyano quien saque una luz de ventaja a sus competidores. De esta forma, el presidente se asegura tener al movimiento obrero de su lado y evitarse medidas de fuerza futuras, cuando la situación económica colapse tras el tendal que dejará la pandemia.

Alberto había recibido algunos cumplidos por parte de propios y extraños por su forma de sobrellevar la crisis en el sistema de salud y la emergencia sanitaria por el Coronavirus. Sin embargo, en una de sus últimas apariciones le erró en elogiar a uno de los sindicalistas más cuestionado de nuestro país y, como reza el viejo dicho, “del ridículo no se vuelve”.

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