Martín Vestiga y un dirigente social platense que vende la mercadería que debería entregar
Sagaz como siempre. Intrépido e inquisidor. Adjetivos que sólo califican a Martín Vestiga, un asiduo colaborador de NOVA que vive trabajando y que, en sus ratos libres, investiga como pocos. Todo un adicto a su profesión
Andaba por la zona del Estadio Único en la ciudad de La Plata y me cruce a mi viejo amigo Alejandro Gado, quede sorprendido porque si bien es cliente regular de piringundines, bares y cabarets de baja estofa, no se lo suele encontrar en zonas periféricas donde no abunden esos locales y este no es el caso del barrio dónde lo encontré...
-Ale, que sorpresa, ¿vos por acá?
-Es que a veces el instinto puede más que la prudencia, y el espíritu aventurero nos dicta más claramente que nunca el camino que debemos recorrer si queremos llegar a la verdad...
Semejante estilo de oratoria era una clara muestra de que mi amigo no estaba bien y fue entonces que noté un fuerte tufillo a alcohol que emanaba de todo su cuerpo, por lo que sin seguirle la corriente le inquirí:
-Estuviste tomando amigo, ¿te sentís bien?
-Tomando no, pero sí muy cerca de un tinto y si querés saber más preparate, porque lo que se viene va a traer cola.
-Pero bueno hombre metele entonces (dije creyendo que se vendría un historia más de borracho)
- La cosa es así. El otro día me fui a visitar a mi tía Elma Tambre que vive por esta zona y entre mate y mate me convidó unas galletitas, muy ricas por cierto, pero que en el paquete tenían un sello oficial, como si fueran de las que se entregan en los programas alimentarios o de ayuda a los más necesitados.
-Bueno, pero eso no tiene nada de extraño...
-No lo tendría si mi tía no viviera en un chalet de dos plantas, con pileta, cochera para dos autos y un parque que obviamente mantienen los empleados...
-A la pipeta...¿y entonces?
-Entonces le pregunté de dónde las había sacado y me dijo que recién ahí se dio cuenta del sello que llevaban las masitas y me contó que las había comprado en uno de los pocos negocios del barrio y entonces me puse a investigar.
-Apa, ahora si se pone interesante. Contá por favor.
-Claro, parece que hay un dirigente local que convenció a todos de que la mercadería de la ayuda social para este barrio, que por las necesidades que hay, debe ser mucha, tiene que llegar a un local que el mismo gestiona y que está en Boulevard 82 y 34 de La Plata, pero parece que la mayor parte de lo que envía la municipalidad y la provincia termina en la casa del susodicho, que montó un almacén en dónde vende a precios muy económicos, los productos que deberían ser entregados a las familias del barrio d ella zona de 525 y 30.
-¡Nombres Alejandro, nombres!!
-Juan Domingo... no te puedo decir más Martín.
-Pero un apellido, un cargo.
-Ya te dije Martincito, no tome nada, pero estuve cerca de un “Tinto”, ojala te sirva la data y la mala gente deje de hacer negocios con los pobres.
Un segundo tardó mi amigo en dar media vuelta en perderse en la sombras así como había llegado... mientras yo me quedaba reflexionando sobre esta historia que me acababa de contar.
Si tu novia te dejó, tomate un tinto y olvídateeee….