Cómics e Historietas
Historia viva de la historieta argentina

Ricardo Ferrari, un guionista indispensable

Dueño de un talento único, una pluma prodigiosa, dúctil, mordaz y sensible, Ferrari es el guionista de historietas que desde mediados de los ochenta y hasta casi terminados los noventa resignificó el término “prolífico”

Por Ariel Avilez (*), especial para NOVA

Dueño de un talento único, una pluma prodigiosa, dúctil, mordaz y sensible (se me acabaron los adjetivos y me quedé corto, señores), es el guionista de historietas que desde mediados de los ochenta y hasta casi terminados los noventa resignificó el término “prolífico”; y es que a su desmesurada producción -laburó para Columba, Récord y Ediciones de la Urraca- no le faltó jamás calidad. Títulos como “Julio César”, “Cosme”, “Dimitri”, “Cerebro de Fuego”, “Ella la Mujer”, “Capellán”, “El Golem”, “Los Colonos”, “Tren”, “La Espada”, “El Terrible”, “La Flor”, “Planeta Jungla”, “Los Hermanos”, “Encuentros Cercanos”, “Terco”, “El Otro Mr. Hyde” y un injustísimo etcétera, dan cuenta de la facilidad que tiene este hombre para animársele a cualquier género -desde una de ciencia ficción a una gauchesca, desde una fantasía heroica a una romántica, desde una histórica a una bélica- y siempre con la misma solvencia. Héctor Ricardo Ferrari -también conocido como Leandro Ferri, Dick Ferraro, Héctor Bugatti y hasta Alicia Monti- nació en Vedia (provincia de Buenos Aires) allá por enero de 1957, y es además doctor en Ciencias Naturales, investigador científico especializado en Comportamiento Animal y en Temas de Agresión, tiene un posgrado en Antropología y es docente en Metodología de la Investigación Científica y Comportamiento Animal Humano. Es también, como es lógico, un tipo ocupadísimo. Y aún así, interrumpimos sus vacaciones para hacerle llegar unas preguntas que respondió con suma cordialidad para compartir el resultado con ustedes...

- Trabajando para Editorial Columba ¿alguna vez rechazaron guiones suyos por considerarlos ideológicamente poco compatibles con la casa?

- Uh, si. Y andando el tiempo, los aceptaban… pero no los publicaban. Hace mucho de eso… Recuerdo uno, un “Nippur” escrito para Robin (Wood) la noche del golpe. Directamente le pusieron en la primera página: “Nihilista. No publicar”. Y la verdad, es que uno aprende a manejarlo. Por ejemplo, le daba algo que evidentemente debía sacarse… para que lo que me importaba, pasara. Pero no toda la censura era de Columba: el Proceso directamente tenía un revisor.

- Especialmente en la primera mitad de los ochenta, las revistas de Columba contaban entre sus páginas con muchas -excelentes- adaptaciones suyas de obras literarias ¿fueron hechas por gusto personal o por encargo? ¿Cómo encara el laburo de adaptación de un cuento o de una novela? ¿Se siente especialmente orgulloso de alguna de ellas por el resultado final?

- Empezó como pedido. La editorial insistía en hacer “Novelas Ilustradas”. Yo les explicaba que uno no puede ganar en ese caso. Si la novela es buena, la historieta no será tan buena. Y si es mala… pues ni modo. Las de (A.J.) Quinell –“El Guardaespaldas”, “La sangre del hijo”, “Instantánea”- fueron interesantes. Yo hacía adaptaciones libérrimas: inventaba personajes y todo. Aún hoy adapto clásicos, con Lalia. El mecanismo que uso es buscar algo que haya dejado suelto el autor (un personaje secundario, una escena colgada) y desarrollar desde allí una historia “anidada” en la de la novela.

- A fines de los ochenta y durante la primera mitad de los noventa, su firma -y las variantes de su firma- es una de las más recurrentes en los índices de Nippur Magnum, D'artagnan & Co ¿Estas series y miniseries las presentaba usted a Columba para dejarlas a su consideración o surgían a partir de encargos editoriales de tal o cual género?

- De todo un poco. Por lo general eran propuestas mías. Pero a veces había pedidos específicos –por ejemplo, “Bogdany, el halcón magyar”-). Es que me gusta más hacer miniseries que series.

- ¿Recuerda alguna historieta suya que haya crecido o lo haya motivado a cambiar de rumbo radicalmente a partir del trabajo de su dibujante de turno?

- Todo lo que hice con (Oscar) Capristo, por ejemplo. El tipo es tan creativo que indefectiblemente crecés.

- ¿Con qué dibujante ha disfrutado especialmente trabajar?

- Pues con Capristo. Muchos se van a sentir molestos… pero con el afroamericano desaseado realmente nos divertimos.

- ¿A qué dibujante vivo que no haya laburado con usted le gustaría escribirle unos guiones y por qué?

- Pues… a alguno que no conozca.

- Usted es el primer guionista -tal vez el único- que firmó historias en conjunto con Robin Wood, a fines de los setenta ¿Cómo surgió su sociedad creativa con él y cuál era la modalidad de trabajo que tenían?

- Surgió por iniciativa de la propia Columba. Robin se radicó en Buenos Aires, y era tanto lo que debía producir (entre uno y dos guiones por día) que se le puso un grupo de ayudantes. Yo fui uno de los que más duró. Se charlaba (o no) la idea, y yo escribía el guión, que él luego corregía. Y realmente lo mejoraba mucho…

- ¿Durante cuánto tiempo colaboraron y por qué se disolvió la sociedad?

- Qué sé yo… Años. Cuando él ya estaba fuera del país le mandaba los guiones. Y luego siguió con “Dago”, para Italia. La disolución fue básicamente por la distancia y, más adelante, porque él no estaba satisfecho con mi trabajo, me refiero a los libros de “Dago”.

- Su relación con Robin excedió esta etapa original: años más tarde le tocó continuar series por él iniciadas (o al menos popularizadas). Hablo de “Gilgamesh”, “Holbeck”, “Dax”, “Harry White”, “Jackaroe”… ¿Qué recuerda de estas experiencias? ¿Considera alguna especialmente gratificante por el resultado final?

- “Gilgamesh” y “Holbeck”, sin dudas. Me chifla la ciencia ficción. Eran personajes sólidos, que estudiándolos un poco “soportaban” un cambio de autor. Pero eran series tan largas, que uno acababa repitiéndose... A veces sin saberlo.

- ¿Qué representó para usted la caída y el cierre de Columba? ¿Cuál fue su paso inmediatamente posterior como guionista?

- Fue muy raro. En esa fecha, también entró en receso mi editor en Italia. O sea: quedé sin trabajo. Y… retomé mi carrera académica. O sea: “crisis” resultó ser “oportunidad”

- ¿Cómo es trabajar para editores del exterior desde Argentina? ¿De qué modo se organizan? ¿Le solicitan determinado tipo de historietas o usted ofrece las que le vienen en gana? ¿Elige a sus dibujantes?

- Depende de los casos… Siempre elijo al dibujante. A veces hacemos el trabajo y lo enviamos al editor. Otras, mandamos un resumen, de las historietas o de la serie, y si la aprueba, la hacemos.

- ¿Cuál es su actual volumen de producción historietística?

- Una historieta por mes. Mis editores se han restringido… y mucho.

- ¿Dónde publica actualmente sus historietas?

- Sólo en AUREA, ex EURA, de Italia.

- ¿Por qué siendo de pibe lector de historietas, y siendo la historieta en principio eminentemente visual, usted decidió hacerse guionista y no dibujante?

- Porque siempre fui bueno redactando. Y me gusta escribir y leer. Mucho.

- ¿Lee historietas en la actualidad?

- No leo historietas. De hecho, desde que empecé a escribirlas –allá por el 74- leo poco y nada…

- ¿Qué tipo de literatura consume? ¿Qué autores le resultan especialmente interesantes y qué libros suele recomendar?

- Puf. De todo. Académico, y ficción. De ficción histórica, lo último lo de (Santiago) Posteguillo y sus romanos. Ahora estoy descubriendo los autores chinos de ciencia ficción, por ejemplo Cixin Liu.

- Ud. es un escritor enorme ¿Ha escrito cuentos o novelas? En tal caso ¿Las ha publicado, son conseguibles?

- Ahora estoy haciendo cuentos largos (novelas cortas decía mi maestro -Alfredo- Grassi) para niños, en editorial Nazhira.

- ¿Hay planes de publicar en el país alguna de sus muchas historietas aquí inéditas?

- Lo que hay son medias promesas que casi nunca se cumplen. Somos raros hasta en eso: tenemos muchos lectores de historieta, tenemos muchos artistas de historieta… pero no tenemos editoriales de historieta.

- Entre sus muchas actividades extrahistorietísticas usted da clases en facultades de veterinaria ¿Le ha tocado encontrarse con fans de su obra que al principio no relacionaban el nombre de su docente con el del legendario guionista de historietas?

- Doy clases en veterinaria de la UBA, naturales de La Plata y de Córdoba. Y sí… Hay cada loco…Una vez estaba en una pausa. Entraron tres, me dijeron “¿Usted es el que escribe Nippur?”. Dije que sí. Hicieron una reverencia tipo samurai… y se fueron.

- Imaginemos un futuro con un Planeta Tierra con la especie humana ya extinta. Sin embargo, quedan intactos los restos de su cultura. Llegan, interesados, seres extraterrestres súper anhelantes de absorber todo tipo de arte humano, historieta incluida ¿Con qué historieta de las suyas le gustaría que arrancaran, cuestión de dejarles un buen sabor de boca y ganas de leer más y más?

- ¿La verdad? Con las que pienso escribir en los próximos años…Y si no hay más remedio, cualquiera de las que hice con Oscar… O “Capellán”, con (Carlos) Gómez. O “Katana”, con (Enrique 'Khato') Campdepadrós. O “Los hermanos”, con (Diego) Aballay.

(*) Redactor especializado en cómics.

Una ocasión en la facultad, tres estudiantes le preguntaron a Ferrari si era el que escribe Nippur. Luego de su respuesta afirmativa, le hicieron una reverencia estilo samurai, y se fueron.
Una ocasión en la facultad, tres estudiantes le preguntaron a Ferrari si era el que escribe Nippur. Luego de su respuesta afirmativa, le hicieron una reverencia estilo samurai, y se fueron.
Planeta Jungla es uno de los títulos a los que su pluma hizo brillar.
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Dimitri y Capellán dan cuenta de la facilidad de Ferrari para animársele a distintos géneros.
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