El 2019 fue un año crudo en lo que respecta a la política, con muchas decisiones que trajeron angustia a un sector de la población. Hasta se podría decir que, de los cuatro años que duró la gestión de Cambiemos, esta última etapa fue la más dura y la más perjudicial para muchos de los argentinos que incluso habían confiado en ese espacio en el 2015.
Se terminó el mandato de Mauricio Macri, con pena y sin gloria. Tan solo quedará en el recuerdo por ser el primer presidente en presentarse a una reelección y perderla. El ajuste feroz lo llevó a la derrota y a pesar del gigantesco operativo de marketing en las redes sociales y los medios afines, no pudo derrotar a un peronismo unido, más por el espanto que por el amor.
Tras un largo período de enemistad, se volvieron a juntar muchos dirigentes que estuvieron distanciados y con diferencias que parecían irreconciliables. Sin embargo, allá por el mes de mayo, a través de un video, Cristina Fernández de Kirchner anunciaba que sería candidata a vicepresidenta, secundando a Alberto Fernández, con quien había empezado a tener un acercamiento.
Con el Frente de Todos en ciernes y aun sin nombre oficial, faltaba una pieza clave para cerrar un espacio que a posteriori se tradujo en la victoria electoral. Sergio Massa se sumaba al nuevo armado político, acompañado de muchos de sus discípulos del Frente Renovador, limando las asperezas que lo habían alejado del kirchnerismo puro.
En las PASO de agosto, Macri recibió el primer gran golpe del año y sufrió una estrepitosa caída en las urnas que, al día siguiente, se convirtió en una pesadilla para el resto de los argentinos. Enojado por la derrota, el ex presidente dejó volar al dólar y en apenas 24 horas hubo una devaluación de casi el 50 por ciento, hecho que aún sigue siendo investigado por la Justicia.
Por la enorme diferencia que había cosechado en las primarias, lleno de confianza, Alberto comenzó a reunirse con mandatarios de otros países, recibió a enviados del Fondo Monetario Internacional, y comenzó a delinear su plan de gobierno; a pesar de que muchos lo señalaban como el responsable de la depreciación del peso, mas allá de que todavía no había asumido.
En octubre, en las elecciones generales, se ratificó el resultado de las PASO y los Fernández triunfaron por sobre Macri, aunque con una brecha que se achicó considerablemente, levantando todo tipo de suspicacias. Allí había comenzado el cambio de una nueva era en la política nacional, con una ideología prácticamente opuesta a la que había gobernado los últimos cuatro años.
Finalmente llegó diciembre, la transición, el cambio de mando y, por consiguiente, la asunción del nuevo presidente. En algunos sectores se puede sentir una tibia esperanzada a futuro, a pesar de que las primeras decisiones de la flamante gestión incomodaron, sobre todo en los estratos de más altos recursos, como el campo que se mostró ofuscado por la actualización de las retenciones.
El 2020 será un año clave para la política nacional y, sobre todo, será fundamental para saber si el pacto social planteado por el Ejecutivo tiene su repercusión positiva en los sectores más relegados. Por el momento, empresarios y gremios se mostraron dispuestos a poner su granito de arena para que la situación económica pueda mejorar de una vez por todas.