
Por María del Carmen Taborcía (*), especial para NOVA
Un ideal, en ética, es un principio o un valor que se plantea como un modelo de perfección a seguir. Como tal, se trata de un estado inalcanzable pero infinitamente aproximable. Es una meta o aspiración alta, importante y que se busca intencionalmente. Es aplicable a diversos campos: personales, familiares, laborales, sociales, políticos.
La palabra ideal puede estar presente en todos los contextos que el individuo desea para alcanzar algo perfecto o adecuado para él, y así lograr la satisfacción personal y de quienes lo rodean, como el amor ideal, familia ideal, ciudad ideal, sociedad ideal, por ejemplo.
Ideal es una representación mental que se relaciona con algo real: “Desearía vivir en un mundo donde no exista la guerra”.
El ser humano puede fantasear con una situación perfecta, pero esta puede tornarse realidad a través de su trabajo y esfuerzo. Así los ideales han beneficiado al progreso de la humanidad por la búsqueda constante del bienestar social y la mejora en la calidad de vida.
La ideología es un sistema de creencias, ideas y sentimientos que guían nuestro pensamiento a la hora de interpretar cómo es el mundo y los fenómenos sociales que se producen en este. Son esquemas cognitivos en los que nos apoyamos para pensar.
La diferencia entre una idea y una ideología, está en que las ideas son dinámicas como lo señalaba Georg Wilhelm Friedrich Hegel, y por lo tanto pueden evolucionar impulsadas por mentes abiertas hacia la verdad. Una ideología en cambio es estática y quien la sufre piensa que es válida en cualquier caso, es decir que no depende del contexto donde se la aplique. Un ideólogo sufre de la peor de las ignorancias, que es la de no saber que no sabe por lo que está condenado a mantenerse en la ignorancia.
Sócrates uno de los hombres más sabios de la antigüedad consideraba que la humildad era la puerta de entrada a la sabiduría, por eso se inmortalizó su frase, “solo sé que no sé nada”. La humildad nos lleva a aplicar la refutación para determinar si para el contexto actual es válida o no la idea que deseamos aplicar y pedir ayuda a otros para poder refutarla.
Los ideales políticos, que en otros tiempos, tenían valiosas metas sociales se convirtieron en ideologías que transformaron esas grandes aspiraciones en utopías inalcanzables.
Pero como dijo José Ingenieros: “Los ideales son faros luminosos que de trecho en trecho alumbran la ruta. Sin ideales sería inexplicable la evolución humana”.
(*) Abogada y escritora