Sexo y erotismo
De amores y adicciones

Simón Bolívar, un patriota de insaciable deseo sexual

Simón Bolívar y su adicción a las mujeres.
Simón Bolívar y su adicción a las mujeres.
Simón Bolívar y su adicción a las mujeres.

Por Alberto Lettieri, especial para NOVA

Simón Bolívar es reconocido como uno de los libertadores de América, vencedor en batallas decisivas como Pichincha, Junín, Ayacucho y Boyacá. Pero, como sucede habitualmente, su insaciable apetito sexual ha quedado oculto por las páginas de la historia oficial.

Es poco conocido, por ejemplo que este héroe americano padecía de ginecomanía, una afición incontrolable a las mujeres, a la lujuria y el sexo, por lo que no hacía distingo de rangos sociales: campesinas, mujeres de la servidumbre y aristócratas le atraían por igual, lo que le valió que sus detractores lo caratularan como un “depravado sexual”.

Un compañero de su gesta revolucionaria, el general José Antonio Páez, consigna que Bolívar era “sumamente adicto a las damas”, aunque esa “adicción” le provocaría reiterados sufrimientos, sobre todo en tiempos de exigentes campañas militares.

Según narran las fuentes disponibles, en 1.810 Bolívar se encontraba en Londres, dedicando sus energías a actividades diplomática, frecuentes visitas a prostíbulos y casas de juego. Allí fue interpelado agresivamente en idioma inglés por una prostituta, que lo confundió con un proxeneta griego.

Nuestro héroe, que no dominaba esa lengua, trató de bajar el tono de la discusión, ofreciéndole un fajo de billetes. Esta actitud enfureció aún más a la señorita, que tomó el dinero y lo arrojó al fuego de una chimenea. Inmediatamente lo sacó a empujones del lugar, obligándolo a salir a la disparada, humillado y confundido por la incómoda situación.

Según sus biógrafos, la adicción sexual de Bolívar había sido heredada de su padre, calificado como un “mujeriego pertinaz hasta el punto de aprovechar su posición de amo para exigir placeres sexuales a sus esclavas negras y mulatas. También era temido por blancas, indias, doncellas y esposas”.

En la Diócesis de Caracas está depositado un documento oficial titulado “Autos y sumarios contra don Juan Vicente de Bolívar por su mala amistad con varias mujeres”, en el que se lo caracteriza como un “activista sexual compulsivo y libidinoso que no respeta normas, tradiciones, ni preceptos morales cuando de conquistar mujeres se trata”. Era un hombre sexualmente insaciable.

No debe extrañar, entonces, que el libertador iniciara su vida sexual a muy temprana edad. “Acostumbraba a perfumarse con gran cantidad de colonia en la que gastaba buena cantidad de dinero”, relata una fuente de la época.

En su saga se encuentran, incluso varias de sus primas. Las Aristiguita, por ejemplo, eran jóvenes acomodadas y de privilegiada situación social, afectas a un ejercicio generoso de su sexualidad, con las que mantuvo relaciones regularmente en los inicios de su adolescencia, a pesar de que Simón tenía apenas 12 años, y sus parientes 7, 9 y 12 años más.

En su primer viaje al exterior, en 1.798, Bolívar tuvo su primer contacto sexual internacional, con apenas 15 años de edad. Su compañera fue una mujer casada, de unos 30 años. En la Ciudad de México, Simón intimó con la “Güera” Rodríguez, una mujer “casada, atractiva, voluptuosa con amplia experiencia en las artes amatorias”.

“Entre ellos se encendió con rapidez la llama de la pasión, avivada seguramente por la incitante belleza de la Güera, el afán erótico del adolescente y la osadía de una aventura extramatrimonial de ella”, relataba un contemporáneo.

Si bien ha sido a menudo comparado con Giacomo Casanova por su habilidad en el arte de la seducción, los biógrafos señalan una distinción significativa: a diferencia del veneciano, Bolívar no se enamoraba de las mujeres que le atraían.

Ni siquiera la larga gesta de independencia que acometió, con sus agotadoras travesías y sangrientos combates, consiguió aplacar su deseo. Incluso esta adicción le salvó la vida en 1.818, cuando en el combate contra el general español Morillo, evitó la muerte por estar manteniendo sexo con una llanera.

La anécdota lo describe a la perfección. En esa ocasión, las tropas enemigas irrumpieron en el campamento donde se encontraba Bolívar, en compañía de los coroneles Salcedo y Galindo, y empezaron a disparar a mansalva. Para su fortuna, se encontraba a cierta distancia de allí, en plena copulación con una apasionada dama.

Eduardo Lozano relata: “Una vez más el mujeriego ardiente se salvaba de morir asesinado por estar rindiendo tributo a Afrodita, su diosa inseparable. No quedó para la historia el nombre de esta ocasional conquista amorosa de Bolívar”.

A lo largo de su vida, Simón Bolívar se enamoró de una sola mujer, la española María Teresa del Toro Alayza, con la que contrajo enlace. Sin embargo, ella falleció muy pronto, en 1.803, y nuestro libertador sufrió tal conmoción que juró no enamorarse ni volver a casarse nuevamente.

En el casamiento, por lo pronto, no registro reincidencia. En cuanto al enamoramiento, en cambio, no queda tan claro haberlo cumplido ya que a Manuela Sáenz, Nicolasa Ibáñez, Lucía León, Juana Pastano Salcedo, Isabel Soublette, Manolita Madroño y Joaquina Garaycoa y algunas decenas más les confesó encontrarse en ese estado, que regularmente lo abandonaba luego de compartir el lecho. Simón Bolívar, un patriota insaciable, sin lugar a dudas.

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