Editorial
Puntos de vista

La última semana

Mauricio Macri se prepara para abandonar la Casa Rosada, por la puerta de atrás. (Dibujo: NOVA)

La gestión de Cambiemos entró en la recta final, tanto a nivel provincial como a nivel nacional. Los últimos días de Mauricio Macri están marcados por lo que fueron los últimos cuatro años: una catarata de aumentos. El congelamiento de las naftas como medida meramente electoral está surtiendo sus efectos y se registran subas prácticamente semanales.

El desfasaje del valor del combustible llevó a que haya nuevas subas que rondan el 5 por ciento promedio, lo que claramente repercutirá primero en las góndolas y por consiguiente en la inflación, que cada vez está más cerca de los 60 puntos anuales. Mientras tanto, la herencia para el próximo gobierno se torna todavía más pesada y complicada.

En sintonía con las naftas, habrá un aumento notorio en los prepagas, llegando al 12 por ciento y siendo uno de los rubros que más variaciones sufrió en el último lapso, acumulando un 60,6 por ciento anual. Además, en los últimos días de noviembre, las cadenas de supermercados ya remarcaron los alimentos en torno a los 15 puntos y, en los próximos días, podría repetirse la operación.

Para colmo, la administración de Macri y de María Eugenia Vidal, pospuso para principios del año próximo algunos incrementos en los servicios públicos. Como si todo esto fuera poco, por otra medida electoralista, durante los meses de verano se deberá abonar la diferencia del consumo de invierno con relación al gas, que había sido postergado para esta fecha.

Tan solo resta una semana para que Cambiemos abandone la Casa Rosada y la Gobernación bonaerense. Mientras tanto, preparan una convocatoria para el sábado 7 de diciembre, a modo de despedida, con un esquema similar a las marchas del “Sí, se puede”, donde intentarán demostrar una correlación de fuerzas para ubicarse como una oposición fuerte.

Alberto Fernández y Axel Kicillof deberán asumir en un país y una provincia con serios problemas económicos, con deudas a pagar en los primeros días de gestión, con cuentas totalmente desequilibradas, con una inflación por las nubes, con un dólar incontrolable, y con el Fondo Monetario Internacional al acecho, esperando que le devuelvan el dinero prestado.

Sin dudas el cambio de color político no traerá grandes soluciones, al menos en los primeros meses, donde deberán estabilizar las finanzas. Para ello, el Frente de Todos apostará a un schock de consumo, intentando revitalizar la producción interna y fortaleciendo a las pymes, con un aumento salarial escalonado. Los primeros 90 días serán fundamentales para conocer si los nuevos dirigentes están a la altura de manejar el timón de un navío en pleno naufragio.

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