Njinga Mbandi, la reina guerrera africana que "inmolaba a sus amantes"
Por Alberto Lettieri, especial para NOVA
Con justicia, la reina Njinga Mbandi de Angola es reconocida como la mujer más importante del África por su lucha contra la conquista europea y la esclavitud de su pueblo.
En aquel decisivo siglo XVII, Njinga fue también una mujer cruel, a la que no le tembló el pulso al momento de eliminar a su hermano para hacerse con el trono. Pero, tal vez, sea menos conocida su práctica de asesinar a los hombres de su harén una vez obtenido el placer sexual que buscaba.
Pero, ¿quién fue esta reina o “Ngola”, cuyas acciones combinaban elementos arcaicos con prácticas llamativamente modernas? Njinga Mbandi fue líder del pueblo mbundu y reina de Ndongo y Matamba, ubicados en el sudoeste de África. Su título real en kimbundu, la lengua local, era “Ngola”, término utilizado por los portugueses para llamar a esta región como Angola.
Los portugueses conquistaron Ndongo en 1575 para apropiarse de su oro y su plata. Pero, al no encontrar esos recursos, esclavizaron a su pueblo y se dedicaron a comercializarlos para garantizar mano de obra en Brasil, su nueva colonia.
Njinga nació ocho años después de esta invasión, y luchó incansablemente para liberar a su patria. Sumadas a sus reconocidas dotes como reina, combatiente y diplomática, Njinga fue considerada por el propio marqués de Sade como un modelo de lujuria salvaje.
Sade escribió sobre Njinga en "La filosofía del tocador", basándose en los relatos del misionero italiano Giovanni Cavazzi, quien aseguraba que la reina "inmolaba a sus amantes" después de tener relaciones sexuales con ella.
Esos amantes formaban parte del gran harén de la reina, conocidos como "chibados", a quienes obligaba a vestirse con ropas de mujer. Cuando la reina deseaba tener sexo, obligaba a un grupo de los miembros de ese harén a combatir entre sí a muerte. El superviviente debía satisfacer a la reina y, a la mañana siguiente, era asesinado de forma violenta.
Njinga tenía un solo marido, por lo que su favorito ocasional no podía sobrevivir. Por lo tanto, debía desarrollar toda su creatividad en la que, a la postre, sería su última noche.
La historia de Njinga demuestra que el desenfreno sexual no fue una conducta exclusiva de los hombres, sino que estuvo asociada, habitualmente, al ejercicio de un poder incuestionable. En su caso, adquirió la dimensión de un mito sobre la sexualidad incontenible. A punto tal que, en 2013, fue llevada al cine con el título “Njinga, la reina de Angola”.