
En la noche del domingo pasado se celebró el primero de los dos debates presidenciales antes de las generales del próximo 27 de octubre. Si bien por el formato establecido no cumplió con las expectativas previas, hubo algunos pasajes con cruces interesantes y algunos esbozos de propuestas que no llegaron a ser concretas.
En sus primeros segundos libres para presentarse, Alberto Fernández atinó un golpe certero a Mauricio Macri al referirse a un episodio del pasado: "Hace cuatro años hubo otro debate en el que alguien mintió mucho y otro dijo la verdad. El que mintió es el presidente, que hoy quiere volver a ser presidente. El que dijo la verdad está sentado en primera fila de este salón”.
Esa primera estocada fue un mazazo para Macri; todo lo que él dijera iba a estar bajo la lupa. Y así fue, como pasó en la anterior oportunidad, cuando se cruzó con Daniel Scioli previo al balotaje, sus intervenciones estuvieron cargadas de mentiras, aun cuando es él mismo el primer mandatario y, en algunos pasajes, sus palabras parecían salidas de la boca de un opositor.
Como durante toda su gestión, el presidente estuvo lejos de hacerse cargo de los problemas económicos y financieros que afectan al país en la actualidad y se dedicó a culpar sutilmente a la “pesada herencia”. Sus peores momentos llegaron en los segundos libres, en donde se movió por fuera del libreto y tuvo algunos tropiezos, como cuando quiso enarbolar una chicana hacia el Frente de Todos y acusó a Axel Kicillof de querer hacer “narcocapacitación”.
En contraposición, Alberto Fernández se mostró sólido, enérgico y combativo, refutando cada intervención del presidente y aprovechando para comentar cuál será su posición respecto a varios temas sensibles como la economía, la educación, la salud, la política internacional y hasta tuvo un momento para fijar su postura con respecto al aborto.
El resto de los candidatos no mostró demasiado más de lo que se esperaba. Quizás el más apagado fue Roberto Lavagna, que por momentos sufrió una leve pesadez. Por otro lado, Juan José Gómez Centurión salió a relucir todo su esplendor ideológico de derecha y se aferró a su campaña por “las dos vidas”, haciendo reiteradas alusiones al misoprostol.
José Luis Espert, un liberal de derecha, exhibió su peor cara cuando lanzó una propuesta concreta de arancelamiento de la educación, aunque en varios pasajes se mostró sereno. Por su parte, Nicolás Del Caño, apeló a las mismas frases que la izquierda acostumbra repetir y protagonizó momentos insólitos como cuando dejó correr los segundos, en silencio, homenajeando a las víctimas de la represión en Ecuador.
La primera batalla tuvo un claro ganador, a pesar de que los analistas cercanos al oficialismo intenten instalar otra versión, aferrándose apenas a un gesto con el dedo que hizo el candidato del Frente de Todos para hacer un paralelismo con los movimientos característicos de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Los asesores de Macri tienen una ardua tarea de cara al próximo debate.