El ajustado triunfo en el ballotage de 2015, hacía suponer que la estadía de Mauricio Macri en el poder podía ser corta. Apenas poco más de 1 por ciento fue la diferencia que le sacó por entonces a Daniel Scioli, pero en 2017, en las elecciones legislativas, el oficialismo tuvo un triunfo tranquilo, incluso en la provincia de Buenos Aires ante Cristina Fernández de Kirchner, quien ostentaba el mayor caudal de votos.
Pero hubo dos factores determinantes para que ese espacio que parecía infranqueable, finalmente se quebrara. El primero de ellos y quizás el más relevante, es la crisis económica que está atravesando el país y, sobre todo, su profundización en los últimos meses de este año, con una escalada feroz del dólar, el crecimiento de la pobreza y el incremento del desempleo.
La otra parte, no mucho menos importante que la anterior, tiene que ver la idea que pergeñó la ex presidenta para lograr la unidad del peronismo que hasta entonces estaba disperso. La estrategia de convocar a Alberto Fernández para que sea quien encabece la fórmula presidencial fue un movimiento preciso para atraer al resto de los dirigentes.
Cuando CFK todavía era la dueña de la mayor cantidad de votos opositores, una mañana de sábado del mes de mayo anunció el baño de humildad que tanto ella había exigido para sus compañeros, decidió acompañar desde el lugar de la vicepresidencia y le encomendó a Alberto la tarea de reunir al resto de los peronistas que se encontraban divididos.
Ambos factores fueron una bomba de tiempo que ni Macri, ni sus asesores de campaña, Jaime Durán Barba y Marcos Peña, pudieron sortear. Por el contrario, esa jugada de Cristina terminó derribando toda la estrategia de polarización que habían pensado y, el domingo pasado, terminó confirmándose que la gestión de Cambiemos terminó en fracaso, tanto a nivel provincial como nacional.
Incluso, todavía existen algunas dudas sobre los resultados finales, el crecimiento de Juntos por el Cambio y la corta diferencia que hubo entre ambos espacios que, mientras algunos consultores auguraban que sería de 20 puntos, no superó el 8 por ciento. Pero la algarabía por el triunfo, hizo que desde el Frente de Todos le resten importancia y ya comenzaron a pensar en la transición.
A pesar de esa remontada final, no fue suficiente para revertir los resultados y finalmente, el 10 de diciembre, Macri deberá abandonar la Casa Rosada para plantarse como líder de la oposición, un lugar que incluso deberá disputar con quien hasta hace poco compartía espacio, ya que ese mismo mote es el anhelo de María Eugenia Vidal.








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