Charlando con Pablo Barbieri, guionista

Por Ariel Avilez (*), especial para NOVA
Una tarde de domingo de septiembre nos encontramos con Pablo Barbieri en El Boyo, el legendario comedero de Villa Elisa. El hombre, platense por adopción, eligió el pintoresco lugar y eligió bien, va con él, le suma contexto. Barbieri, uno de los guionistas de historietas más prolíficos de su generación, parece sin embargo de otra época: es un muchacho calmo pero entusiasta, ese tipo de personas que sin incomodar con ningún tipo de hiperquinesia, sabe contagiar sus ganas de hacer.
- Sus lectores quieren saber cuándo y dónde nació para hacerle el regalo de cumpleaños que merece, llegado el momento...
- Nací en Capital Federal, ese lugar al que -te comentaba- no suelo ir nunca porque me quita la energía. Nací en Villa Crespo, el 27 de julio de 1974. Viví en Belgrano, viví en Olivos, luego nos vinimos a la zona de La Plata, por City Bell, con mis viejos y mi hermanita, tres años menor que yo. Yo tengo cuarenta y cinco, y no voy a decir cuántos tiene ella, por galanura (risas).
Mi viejo falleció siendo nosotros chicos y seguimos viviendo por acá hasta que me fui de casa a los veinte. Viví en varias casas alquiladas en La Plata hasta que con Nadina, mi mujer, antes de tener a nuestra nena, nos vinimos para Villa Elisa, que es donde estamos ahora: un City Bell de los años ochenta, un lugar donde los nenes todavía pueden andar en bicicleta y donde nosotros podemos dejar el portón abierto.
- ¿Cómo se produjo el acercamiento a la historieta?
- Empecé a leer historietas de muy chico, con toda la familia de revistas del "Pato Donald", pasando luego por las "Anteojito", "Billiken", "Larguirucho", "Condorito"... Y luego llegaron las de Editorial Columba, que fueron las que me redefinieron hacia el lugar que ocupo hoy.
- ¿Qué le gustaba leer entre las de Columba?
- De Columba me gustaban todas las de Robin Wood. Yo hojeaba los índices y en las que encontraba más de dos o tres historias de Robin -o sea, todas-, me las compraba. Lo que más me gustaba era "Dago", "Kayan": eran historietas que me despertaban cosas, me activaban la imaginación; y los dibujos me hacían querer emularlos, entonces me ponía a dibujar copiando a los grandes dibujantes.
- ¿Y entonces por qué guionista y no dibujante?
- Porque yo tenía mucha intención de ser dibujante. Antes de iniciar Medicina en la Universidad de La Plata, me juntaba con varias personas que hoy publican en Aurea de Italia, o Marvel de EE. UU., y nos sentábamos a dibujar.
Al iniciar la Facultad, tuve que truncar toda actividad artística porque se hacía cuesta arriba sostener las dos cosas; así que no dibujé nunca más. Luego dejé Medicina y me puse a laburar, y sin embargo permanecía mi necesidad de narrar -de manera escrita o dibujada- continuaba latente. Ya tenía casi treinta años. A esa altura había escrito varios cuentos cortos, y en 2003 me dio por escribir una novela gótica, una historia de amor triste y trágica acerca de un médico victoriano que, al no poder concretar su amor con la mujer a la que deseaba, opta por envenenarla y, una vez muerta, llevarse su cadáver. También estudié brevemente guion de cine con quien hoy es mi amigo, Martín Basterretche -guionista de "Mosca y Smith en el Once"-, y con él he escrito guiones para largometrajes. Todo estos fueron pasos previos a la historieta.
- ¿En qué momento se produjo el clic que lo llevó a escribir guiones de historietas? ¿Cuándo fue que le dijo a un compañero "dibujame este guion", o le dijeron "escribime un cómic"?
- Al principio fue algo intuitivo. Al principio. Hoy que doy clases, no dejo nada liberado a la intuición. Pero en aquel entonces, la capacidad intuitiva de estructurar una historia, la tenía; y el gusto por hacerla. Con un grupo de amigos que incluía a Leonel Castellani, nos juntábamos y reparamos en que yo era el único que reforzaba la pata narrativa y ellos eran los que descollaban en dibujo: hoy son todos triunfadores, menos yo (risas).
Fue uno de ellos, Gabriel Guzmán, el que más se movió, el que viajó a Buenos Aires y habló con el editor Matías Timarchi para comentarle que estábamos desarrollando una historieta.
- ¿Esa fue la primera que le publicaron?
- Exactamente. Mi primera historieta publicada fue "Purgatorio", con dibujos de Gabriel Guzmán, tintas de Nadina Carnovale -mi mujer- y grisado de Javier Tartaglia. Se publicó en la revista "Bastión", en el año 2004, en una época en la que el trabajo de hacer historietas estaba muerto y no había nada que se publicase a excepción de "Cazador", la única historieta que sobrevivió a la debacle de 2001. Luego en la misma revista publiqué "Dallilah", en capítulos, con arte del peruano César Carpio Guerra. Tras eso hice un parate de un par de años, otra vez, y arranqué nuevamente en 2012, gracias a Editorial La Duendes, de Patagonia.
- ¿Cómo es que llega a publicar en España?
- Antes de España, a mí me surge la posibilidad de colaborar en antologías y me hice un bicho habitué de ellas. Eso me ha abierto muchas puertas, ya que permite a la gente tener una idea de quién soy y qué hago. Así como hice eso acá en Argentina, antes de empezar a publicar libros, un día se me ocurrió que quería hacerlo en España y comencé a buscar contactos con editores para enviarles mis cosas y estar a su disposición. No fue sencillo, pero después de rebotarme cortésmente varias veces, Diábolo Ediciones, que saca la revista "Cthulhu" (de horror y ficción oscura), en algún momento comenzó a interesarse por mi laburo y hoy soy un asiduo colaborador remunerado, por supuesto.
Más tarde, comencé a trabajar en la revista trimestral barcelonesa "Amaníaco", gracias al contacto que hice con Sejo (Delgado), amigo y excelente dibujante tucumano, que tiene un estilo muy fresco y muy cómico que gusta mucho a los cultores de la historieta cómica española y francesa. Sejo me pidió que le escriba guiones para su serie "Alan Stroker"; hace cinco años que estamos publicando de manera casi ininterrumpida.
- Cuéntenos acerca de cómo un argentino escribe para un público español.
- Sejo vivió muchos años en España, en distintas zonas, entonces domina los modismos, las particularidades regionales. Yo le escribo los guiones en una suerte de castellano neutro, y él les agrega los modismos correspondientes: los agallega; de hecho, los gallegos creen que está escrito por alguien de allá, creen que soy gallego.
- ¿Cómo le llegan a usted las repercusiones de su laburo para España?
- A veces es Sejo es el que se encarga de transmitirme con orgullo esas repercusiones, o cuando algún artista conocido muestra interés en lo nuestro. Tal vez quede agrandado decirlo, pero por ejemplo Jordi Bernet manifestó que de la revista "Amaníaco" lo que más le gustaba era nuestra historia. Jan, el autor de "Superlópez", también ha sido muy amable con nuestro laburo. Y como esas tenemos varias.
- ¿De qué va "Alan Stroker"?
- Es un western al estilo "Lucky Luke". No tiene un personaje principal a pesar del título -que sugiere que el principal es Alan-, sino que son cuatro forajidos inútiles, traidores y perdedores: el peor peligro que los aqueja son los otros tres (risas).
También para España, me contactaron del periódico "Irreverentes", de Madrid, y se interesaron por una de mis series, "Animalia (Nunca Estuviste del Otro Lado)", que consta de historias cortas que pretende generar conciencia acerca del maltrato de los humanos hacia los animales; y la idea de la historieta es que los roles se invierten, así que en ella vemos maltrato de animales hacia humanos, con crueldad manifiesta y terrible.
La tapa del libro que posteriormente Ruiz de Aloza Editores sacó allá, hace alusión a aquella foto del rey Juan Carlos y un amigo suyo tras abatir a un elefante, y la presenta de forma inversa: en ella se ve a dos elefantes cazadores que han abatido al rey Juan Carlos -que está tirado contra un tronco-; y lejos de encontrar resistencia, la obra encontró más adeptos. Continúo haciendo esa historieta con distintos dibujantes argentinos: la idea es lograr una cantidad respetable de páginas e intentar editarlo acá.
- Háblenos acerca de sus novelas gráficas publicadas en nuestro país.
- "Crónicas del Hombre Frío" fue editada por La Duendes, y es una antología que cuenta quince historias protagonizadas por un mismo personaje -que tiene el rostro de Lance Henriksen-, ilustradas por varios dibujantes. Ese libro me acercó al mundo editorial y me permitió contactarme con muchos dibujantes, con algunos de los cuales hoy somos muy amigos y seguimos trabajando juntos; gente de la que yo era ya admirador, como el caso de Edu Molina, a quien luego tuve el honor de guionarle muchos episodios de su personaje "El Sombra".
"Dallilah" no fue la primera en compilarse en libro, pero fue la primera que salió, cuando se publicó en la "Bastión"; años después hicimos una precuela y la utilizamos para el libro que salió en 2017.
"El Petiso Orejudo" salió en 2016, lo editó Loco Rabia, y los dibujos son de Carina Altonaga, una dibujante platense que, como artista, no tiene techo, no para de crecer. El proyecto lo gestamos entre 2013 y 2016, después de que vi sus dibujos dentro de mi primer libro, "Crónicas del Hombre Frío", en el que participó... y como yo siempre había visto con interés la historia del Petiso Orejudo, le propuse hacerla en forma de historieta; y ella me dijo que sí, y se tiró a la pileta sin saber si había agua porque yo era muy nuevito y no tenía escrito el guion: solamente tenía el proyecto, las ganas y las seis primeras páginas. Así, de a poco, logramos un libro de más de ochenta páginas...
- ¡Que fue muy bien recibido!
- Se agotó, tuvo muy buenas críticas, nos hicieron un montón de entrevistas en radios y en televisión. De hecho, en la Feria del Libro de Buenos Aires se nos acercó una chica que me dijo: "¿Hay descuentos para parientes?", era descendiente de una hermana del Petiso Orejudo. Hoy es mi amiga. Le regalé un ejemplar, ella compró otro... y luego de leerlo no me dijo nada; pero tras releerlo me escribió y me hizo una devolución en la que me dijo que para ella leer el libro había resultado muy duro, pero que después de volverlo a leer llegó a la conclusión de que era lo que debía escribirse.
- ¿Leyó "Cayetano", la otra reciente versión acerca de la vida del Petiso Orejudo? ¿Qué le pareció?
- La leí, por supuesto. Lo primero que tengo que decir es que fue una coincidencia incómoda para todos el hecho de que hayan salido dos libros de El Petiso Orejudo prácticamente al mismo tiempo. Nosotros tuvimos la suerte de salir un poco antes... encuentro similitudes -más allá de las obvias al estar hablando de la misma persona- en el tratamiento narrativo más que en el gráfico, si bien la versión de (Luciano) Saracino y (Nicolás) Brondo busca un poco más acercarse a la mentalidad torturada del personaje, y a mí me interesan un poco más los hechos que lo rodearon. Nicolás y Carina tienen estilos bastante distintos y búsquedas narrativas diferenciadas. Carina tiene mucho conocimiento de anatomía y de pericia forense, y eso se nota y es un valor agregado; Nico, por su parte, ha buscado una identificación gráfica con la época victoriana y las historietas basadas en esa época, como "From Hell".
Ambos me parecen libros muy interesantes... por supuesto que yo tengo mi corazoncito con el mío (risas). Y como te decía antes: aunque al principio ha sido algo incómodo, con el tiempo hemos sabido coexistir, felicitarnos y alegrarnos por el buen destino de ambas obras.
- ¿Cuándo comenzó a ejercer la docencia como guionista de historietas?
- Durante más de tres años los chicos de la comiquería Crumb, de La Plata, me llamaron e insistieron con que dé un curso de guion. Yo me negaba porque me daba mucha vergüenza y tenía pánico escénico: era muy tímido. Sin embargo, con el advenimiento de este período de alegría en el país (risas), me hicieron mierda el sueldo -yo trabajo para un Ministerio- y tuve la necesidad de salir a buscar otra entrada económica; entonces acepté dar clases para ellos y me gustó mucho. La mayoría de mis alumnos eran dibujantes que tenían curiosidad por saber cómo escribir sus propias historietas, y hoy ya no dibujan (risas), hacen guiones. El taller ha generado una mística especial.
- ¿Hoy qué guionistas le gusta seguir leyendo?
- Me gusta mucho Diego Agrimbau, y se lo he hecho saber. Y me gustan mucho los guionistas clásicos que me han formado, como Robin Wood, Héctor Oesterheld, Ricardo Ferrari, Neil Gaiman, Alan Moore... Todavía los sigo leyendo y redescubriendo, porque uno no ha podido leer todo. Y siempre en mi top-one de guionistas de historietas Alejandro Jodorowsky, que siempre me sorprende y me saca de mi lugar de confort
- ¿Nos comenta sus proyectos?
- En estos momentos estoy escribiendo un videojuego con un pequeño equipo platense integrado por un diseñador, un programador y yo. Me llamaron, me propusieron la aventura y a mí me cierra por todos lados.
Otra de las cosas que han surgido este año es el acercamiento a los amigos de la "Historieta Revólver", una iniciativa muy ambiciosa porque busca llevar nuevamente las antologías a los kioscos de revistas de todo el país. Les gustó el trabajo que les ofrecí, así que comenzaré a salir en el segundo tomo: son tres historias unitarias, dos de ellas con Carina Altonaga, y la tercera con Sergio Ibáñez. Luego estoy llevando adelante un par de novelas gráficas, y estamos comenzando a encarar proyectos poniendo el ojo en Francia: esa es la próxima frontera...
(*) Redactor especializado en cómics.
