
Con una fuerza inusitada, barriendo todo a su paso, la corriente inflacionaria está ingresando a Córdoba.
La provincia no logró escapar, por el contrario, por su desarrollo y estructura económica el impacto es fuertísimo y destructivo.
Muchos nos preguntamos cómo hacer cómo hacemos para sobrevivir a una escalada de precios que sobre todo impacta en los elementos básicos como son los alimentos, pero también en los insumos para el transporte, la producción y los servicios que sostienen muchas actividades industriales.
La ciudadanía en general, está conmocionada, cambiando minuto a minuto sus hábitos y preferencias de consumo para encontrar maneras de que el dinero dure un poco más.
Hasta las mascotas están padeciendo los aumentos, con sus dueños probando alimentos de segunda, tercera y cuarta marca, con las correspondientes idas al veterinario por los malestares que deben soportar con las pruebas que hacen sus dueños para bajar los costos.
Mientras tanto gremios y empresas van y vienen en estériles negociaciones para tratar de encontrar un nuevo punto de equilibrio.
Un punto de equilibrio que será imposible de establecer si la inflación termina por encima de los tres dígitos.
Por el sector político todo es silencio; no hay propuestas ni ideas para sugerir a la ciudadanía que se siente sola y desamparada.
Mientras siguen disfrutando de sus posiciones privilegiadas, encerrados en sus burbujas, yendo del country al trabajo, al aeropuerto o al centro de esparcimiento aislado y asegurado de toda amenaza social e inflacionaria, al menos por ahora.